jueves, 3 de noviembre de 2011

Metamorfosis. Ovidio

Libro I: Apolo y Dafne

Agotadas sus fuerzas, palideció ella y vencida por el esfuerzo de la rápida huida dijo mirando a las aguas del Peneo:

"¡Ayúdame, padre, si los ríos sois divinidades, echa a perder, cambiándola, esta figura con la que he gustado demasiado!" 

Apenas acabó su plegaria, un pesado sopor invade sus miembros: una delgada corteza ciñe su tierno pecho, sus cabellos crecen como hojas, sus brazos como ramas, sus pies ha poco tan veloces se adhieren en raíces perezosas, en lugar del rostro está la copa: sólo la belleza queda en ella.

[...] A ésta el dios le dijo: "Ya que no puedes ser mi esposa, al menos serás mi árbol; siempre te tendrá mi cabellera, te tendrá mi cítara, laurel, y te tendrá mi aljaba". 


Apolo y Dafne (1622-1625), Gian Lorenzo Bernini

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