viernes, 28 de mayo de 2010

Carmina. Catulo



V

Vivamus, mea Lesbia, atque amemus,
rumoresque senum severiorum
omnes unius aestimemus assis.

Soles occidere et redire possunt:
nobis, cum semel occidit brevis lux,
nox est perpetua una dormienda.

Da mi basia mille, deinde centum,
dein mille altera, dein secunda centum,
deinde usque altera mille, deinde centum.

Dein, cum milia multa fecerimus,
conturbabimus illa, ne sciamus,
aut nequis malus invidere possit,
cum tantum sciat esse basiorum.



sábado, 22 de mayo de 2010

La destrucción o el amor. Vicente Aleixandre


Unidad en ella


Cuerpo feliz que fluye entre mis manos,
rostro amado donde contemplo el mundo,
donde graciosos pájaros se copian fugitivos,
volando a la región donde nada se olvida.

Tu forma externa, diamante o rubí duro,
brillo de un sol que entre mis manos deslumbra,
cráter que me convoca con su música íntima,
con esa indescifrable llamada de tus dientes.

Muero porque me arrojo, porque quiero morir,
porque quiero vivir en el fuego, porque este aire de fuera
no es mío, sino el caliente aliento
que si me acerco quema y dora mis labios desde un fondo.

Deja, deja que mire, teñido del amor,
enrojecido el rostro por tu purpúrea vida,
deja que mire el hondo clamor de tus entrañas
donde muero y renuncio a vivir para siempre.

Quiero amor o la muerte, quiero morir del todo,
quiero ser tú, tu sangre, esa lava rugiente
que regando encerrada bellos miembros extremos
siente así los hermosos límites de la vida.

Este beso en tus labios como una lenta espina,
como un mar que voló hecho un espejo,
como el brillo de un ala,
es todavía unas manos,
un repasar de tu crujiente pelo,
un crepitar de la luz vengadora,
luz o espada mortal que sobre mi cuello amenaza,
pero que nunca podrá destruir la unidad de este mundo.

martes, 18 de mayo de 2010

Nueve Novísimos Poetas Españoles. J.M. Castellet


Después estalló la bomba, y se practicó el equilibrio del terror. El realismo socialista se practicaría en el campo socialista (no hagan caso de la extraña coincidencia entre realismo y campo, ambos socialistas). El realismo capitalista se practicaría en el campo capitalista (ídem). En uno y otro el asunto era marginal, porque la URSS controlaba ya 100 millones de aparatos de TV y Estados Unidos más de 200. "¡Ya podéis cantar, literatos de mierda! ¡Ya no os tenemos miedo! ¡A parir panteras!" (fragmento del discurso pronunciado al alimón por Kruschev y Eisenhower en Camp David, también llamado Espiritu de Camp David). Pero para despistar a unos y otros, acordaron vigilar de cerca la literatura e impedir que pudiera contrarrestar las 3.000 horas de programación televisiva anual, ejercida sobre unos 2.000.000.000 de seres humanos.

Manuel Vázquez Montalbán.

lunes, 17 de mayo de 2010

Cantos de vida y esperanza. Rubén Darío

Lo fatal



Dichoso el árbol que es apenas sensitivo,
y más la piedra dura porque esa ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo,
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.

Ser, y no saber nada, y ser sin rumbo cierto,
y el temor de haber sido y un futuro terror...
Y el espanto seguro de estar mañana muerto,
y sufrir por la vida y por la sombra y por

lo que no conocemos y apenas sospechamos,
y la carne que tienta con sus frescos racimos,
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos,
¡y no saber adónde vamos,
ni de dónde venimos!...



sábado, 15 de mayo de 2010

La gaya ciencia. Friedrich Nietzsche

¿No habéis oído hablar de ese hombre loco que, en pleno día, encendía una linterna y echaba a correr por la plaza pública, gritando sin cesar, “busco a Dios, busco a Dios”? Como allí había muchos que no creían en Dios, su grito provocó la hilaridad. “Qué, ¿se ha perdido Dios?”, decía uno. “¿Se ha perdido como un niño pequeño?”, preguntaba otro. “¿O es que está escondido? ¿Tiene miedo de nosotros? ¿Se ha embarcado? ¿Ha emigrado?” Así gritaban y reían con gran confusión. El loco se precipitó en medio de ellos y los traspasó con la mirada: “¿Dónde se ha ido Dios? Yo os lo voy a decir”, les gritó. ¡Nosotros lo hemos matado, vosotros y yo! ¡Todos somos sus asesinos! Pero, ¿cómo hemos podido hacer eso? ¿Cómo hemos podido vaciar el mar? ¿Y quién nos ha dado la esponja para secar el horizonte? ¿Qué hemos hecho al separar esta tierra de la cadena de su sol? ¿Adónde se dirigen ahora sus movimientos? ¿Lejos de todos los soles? ¿No caemos incesantemente? ¿Hacia adelante, hacia atrás, de lado, de todos lados? ¿Hay aún un arriba y un abajo? ¿No vamos como errantes a través de una nada infinita? ¿No nos persigue el vacío con su aliento? ¿No hace más frío? ¿No veis oscurecer, cada vez más, cada vez más? ¿No es necesario encender linternas en pleno mediodía? ¿No oímos todavía el ruido de los sepultureros que entierran a Dios? ¿Nada olfateamos aún de la descomposición divina? ¡También los dioses se descomponen! ¡Dios ha muerto y nosotros somos quienes lo hemos matado! ¿Cómo nos consolaremos, nosotros, asesinos entre los asesinos? Lo que el mundo poseía de más sagrado y poderoso se ha desangrado bajo nuestro cuchillo. ¿Quién borrará de nosotros esa sangre? ¿Qué agua podrá purificarnos? ¿Qué expiaciones, qué juegos nos veremos forzados a inventar? ¿No es excesiva para nosotros la grandeza de este acto? ¿No estamos forzados a convertirnos en dioses, al menos para parecer dignos de los dioses? No hubo en el mundo acto más grandioso y las futuras generaciones serán, por este acto, parte de una historia más alta de lo que hasta el presente fue la historia. Aquí calló el loco y miró de nuevo a sus oyentes; ellos también callaron y le contemplaron con extrañeza. Por último, arrojó al suelo la linterna, que se apagó y rompió en mil pedazos: “He llegado demasiado pronto, dijo. No es aún mi hora. Este gran acontecimiento está en camino, todavía no ha llegado a oídos de los hombres. Es necesario dar tiempo al relámpago y al trueno, es necesario dar tiempo a la luz de los astros, tiempo a las acciones, cuando ya han sido realizadas, para ser vistas y oídas. Este acto está más lejos de los hombres que el acto más distante; y, sin embargo, ellos lo han realizado.”


domingo, 9 de mayo de 2010

Cuentos. Pío Baroja


Conciencias cansadas
[…]


¿Le remorderá la conciencia a este hombre por los soldados que ha enviado a morir a tierras lejanas? A juzgar por lo sonriente del retrato, no debía remorderle ni poco ni mucho.


– Pero aquí nadie se arrepiente de nada – murmuré yo, indignado.


– ¡Caramba! – dijo el cura, interrumpiéndome –. ¡Caramba! Hoy viernes de Cuaresma, y he tomado café con leche. ¡Qué atrocidad!


Vamos, ya había uno que se arrepentía de algo.


Salí del café pensativo. El cómico, el de la funeraria, el prestamista, el general, el cura, todos me parecían sin conciencia, y, además de éstos, el abogado que engaña, el comerciante que roba, el industrial que falsifica, el periodista que se vende…, y, sin embargo, pensé después, toda esa tropa que roba, que explota, que engaña y que prostituye, tiene sus rasgos buenos, sus momentos de abnegación y sus arranques caritativos. La verdad es que semiángel o semibestia, el hombre es un animal extraño.

jueves, 6 de mayo de 2010

Veinte poemas de amor y una canción desesperada. Pablo Neruda


Poema 20



Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo: "La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos."

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche esta estrellada y ella no está conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.


martes, 4 de mayo de 2010

Nueve cuentos. J.D. Salinger


Teddy


– ¿Qué harías si pudieras modificar el sistema de enseñanza? – preguntó ambiguamente –. ¿Has pensado en eso alguna vez?

– Bueno… no estoy muy seguro de lo que haría – dijo Teddy –. Lo que sé es que no empezaría con las cosas con que por lo general empiezan las escuelas. – Cruzó los brazos y reflexionó un instante –. Creo que primero reuniría a todos los niños y les enseñaría a meditar. Trataría de enseñarles a descubrir quiénes son, y no simplemente cómo se llaman y todas esas cosas… Pero antes creo que les haría olvidar todo lo que les han dicho sus padres y todos los demás. Quiero decir, aunque los padres les hubieran dicho que un elefante es grande yo les sacaría eso de la cabeza. Un elefante es grande sólo cuando está al lado de otra cosa, un perro, o una mujer, por ejemplo – Teddy recapacitó un instante –. Ni siquiera les diría que un elefante tiene trompa. A lo sumo, les mostraría un elefante, si tuviera uno a mano, pero les dejaría ir hacia el elefante sabiendo tanto de él como el elefante de ellos. Lo mismo haría con la hierba y todas las demás cosas. Ni siquiera les diría que la hierba es verde. Los colores son sólo nombres. Porque, si usted les dice que la hierba es verde, van a empezar a esperar que la hierba tenga algún aspecto determinado, el que usted dice, en vez de algún otro que puede ser igualmente bueno y quizá mejor. No sé. Yo les haría vomitar hasta el último pedacito de manzana que sus padres y todo el mundo les han hecho morder.


sábado, 1 de mayo de 2010

Aforismos del arte de saber vivir. Arthur Schopenhauer


Es evidente que los sabios de todos las épocas siempre han dicho lo mismo, y que los necios, es decir, la inmensa mayoría de todos los tiempos, siempre hicieron lo propio, esto es, lo contrario de lo que los sabios dijeron. Por eso dice Voltaire: “Dejaremos este mundo tan tonto y tan malo como lo encontramos al llegar a él.”