lunes, 12 de julio de 2010

Historia de una escalera. Antonio Buero Vallejo


FERNANDO. – No es eso, Urbano. ¡Es que tengo miedo al tiempo! Es lo que más me hace sufrir. Ver cómo pasan los días, y los años… sin que nada cambie. (…) Hemos crecido sin darnos cuenta, subiendo y bajando la escalera, rodeados siempre de los padres, que no nos entienden; de vecinos que murmuran de nosotros y de quienes murmuramos… Buscando mil recursos y soportando humillaciones para poder pagar la casa, la luz… y las patatas. (Pausa.) Y mañana, o dentro de diez años que pueden pasar como un día, como han pasado estos últimos… ¡sería terrible seguir así! Subiendo y bajando la escalera, una escalera que no conduce a ningún sitio; haciendo trampas en el contador, aborreciendo el trabajo…, perdiendo día tras día… (Pausa.) Por eso es preciso cortar por lo sano.

URBANO. – ¿Y qué vas a hacer?

FERNANDO. – No lo sé. Pero ya haré algo.

URBANO. – ¿Y quieres hacerlo solo?

FERNANDO. – Solo.

URBANO. – ¿Completamente?

(Pausa.)

FERNANDO. – Claro.

URBANO. – Pues te voy a dar un consejo. Aunque no lo creas, siempre necesitamos de los demás. No podrás luchar solo sin cansarte.

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