– ¿Quién eres Tú?
No era esta una pregunta alentadora para iniciar una conversación. Alicia, un poco intimidada, contestó:
– Pues yo…, ahora mismo, señora, ni lo sé… Sí sé quién era cuando esta mañana me levanté, pero he debido de cambiar varias veces desde entonces.
– ¿Qué quieres decir con eso? – dijo severamente la Oruga –. ¡Explícate!
– Me temo no poder, señora – dijo Alicia –, porque como ve, ya no soy yo.
– No veo – dijo la Oruga.
– Temo no poder exponerlo con mayor claridad – repuso muy cortésmente Alicia – porque, para empezar, ni yo misma lo comprendo; y el cambiar tantas veces de tamaño en un solo día es muy desconcertante…
– No lo es – dijo la Oruga.
– Bueno, quizá vea usted las cosas a su manera – dijo Alicia –. Lo que sí puedo decir es que a mí me resultaría muy raro.
– ¡A ti! – dijo la Oruga con desdén –. ¿Y quién eres tú?
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