Como los erizos, ya sabéis, los hombres un día sintieron su frío.
Y quisieron compartirlo. Entonces inventaron el amor.
El resultado fue, ya sabéis, como en los erizos.
¿Qué queda de las alegrías y penas del amor cuando éste desaparece?
Nada, o peor que nada; queda el recuerdo de un olvido.
Y menos mal cuando no lo punza la sombra de aquellas espinas;
de aquellas espinas, ya sabéis.
No hay comentarios:
Publicar un comentario