domingo, 21 de marzo de 2010

El cuerpo y el alma. Vicente Aleixandre



Pero es más triste todavía, mucho más triste.
Triste como la rama que deja caer su fruto para nadie.
Más triste, más. Como ese vaho
que de la tierra exhala depués la pulpa muerta.
Como esa mano que del cuerpo tendido
se eleva y quiere solamente acariciar las luces,
la sonrisa doliente, la noche aterciopelada y muda.
Luz de la noche sobre el cuerpo tendido sin alma.
Alma fuera, alma fuera del cuerpo, planeando
tan delicadamente sobre la triste forma abandonada.
Alma de niebla dulce, suspendida
sobre su ayer amante, cuerpo inerme
que pálido se enfría con las nocturnas horas
y queda quito, solo, dulcemente vacío.
Alma de amor que vela y se separa
vacilando, y al fin se aleja tiernamente fría.

1 comentario:

  1. Cuando se acerca la muerte al hombre, su parte mortal, como es natural, perece, pero lo inmortal se retira sin corromperse. [...]Nuestras almas tendrán una existencia real en el Hades.

    Fedón, Platón.

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